lunes, 12 de febrero de 2018

tiempo muerto

sentado de una forma rara solo apoyaba medio culo en la silla plegable de madera. la mochila cargada a la espalda chocaba contra el respaldo y no le permitía una postura màs còmodo. tenía los codos apoyados en las rodillas y con las manos en la barbilla se aguantaba la cabeza. abría y cerraba los ojos mucho más despacio de lo que es un parpadeo normal. llamaba la atenciòn una sonrisa generosa en un rostro cansado. con ojeras. la cinta que llevaba en la frente brillaba salada. el sudor evaporado por el sol y secado por el viento formaba una capa blanquecina, como una costra, que no impedía ver la marca comercial. cuando subía los pàrpados los ojos brillaban como dos potentes leds, cuando los cerraba el gesto se le relajaba. a ciegas ahora, la punta de su lengua asomò tímida en la comisura izquierda de los labios y, lentamente, pasò de punta a punta humedeciendo el recorrido. de ida por arriba y de regreso por abajo. se volviò a esconder. el gusto al caldo Aneto aùn aguantaba entre los pelos de la barba. otra vez los leds iluminaron la cara. sonrisa eterna.
apartó las manos poco a poco como con miedo a que la cabeza no se quedara en su sitio. estiró los brazos apuntando al techo. con los brazos en altos, se cogiò una mano con la otra y se estirò sin levantarse de la silla. los dejó caer y, poco a poco rehizo los nudos de las zapatillas. mientras lo hacía, girò la cabeza hacia un lado y le guiñó un ojo a la señora mayor que le había servido el plato de sopa con tanto cariño como si fuera su nieto. consiguiò ruborizarla y tuvo que mirar a otro lado. aprovechando que estaba agachado agarrò los bastones que yacían en el suelo y, apoyàndose en ellos, se levantò de la silla. hizo tres saltitos para colocarse bien la mochila sin tocarla. así también “medía” la cantidad de agua que llevaba en los bidones. todo en orden.
apretò los dientes. se tocò la frente con el dorso de la mano derecha sin soltar el bastòn. mirò a otro corredor que acababa de llegar y subiò las cejas como gesto de saludo y despedida a la vez. y buscando la mirada de la voluntaria a la que había sonrojado, con idea darle las gracias, pensò en los kilòmetros que tenía por delante. y dejò el avituallamiento. 


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