martes, 15 de julio de 2014

¡ esta Ronda (dels Cims) la pago yo ! (y III)

En la Margineda me cambio y ceno mientras me distraigo. Totalmente desordenado todo. Me preparo para la noche aunque aún hay luz. Me abrigo aunque aún no hace frío. Sonrío aunque aún me falta chispa. Y salgo. Subir y bajar el coll de la Gallina antes de lidiar con el Pic Negre a golpe de frontal. Me voy mentalizando de mis "deberes" nocturnos. Caminar toda la noche y ahorrar para gastar lo que haya reservado cuando comience el día. Intento no pensar, voy tirando y enciendo luces llegando arriba de la Gallina. Bajo con tranquilidad y vuelvo a subir. Así, sin preocuparme más. Modo automático.
A media subida esta montado el sarao Koala. No lo esperaba. Y entonces la sorpresa es mayor. Estos socios son tremendos, que ganas de cachondeo...y que bien va. Receno en buena compañía y después de ser "manteado" me cuesta despedirme de ellos. El Pic Negre y la luna llena me esperan fuera. Y se supone que Roger y Christian también en el refugio Claror.
Estos dos elementos están a las 3:30AM esperándome en un refugio sin luz. Así.

La noche transcurre sin sueño en un sube y baja. A veces hasta se puede apagar el frontal. Lunaza. En L'Illa cambio a modo día y me propongo afrontar con alegría en coll dels Isards. A ver si ha quedado algo guardado. Noto un cansancio mental, físico solo el normal después de 23h de actividad. Pero entra niebla. Meona. Mucho. Y la complicada subida al collado, con la complicada hora se complica aún más con frío y humedad. Y todavía más en la bajada a Pas de la Casa con resbaladizas piedras mojadas. Pasos de ballet. Culetazos. Calado hasta los huesos alcanzo la segunda base de vida donde me cambio calcetines y zapatillas. Al calor del local llega el sueño. Y con él la torpeza al volver a caminar. Al salir yo llega Jordi Codina. Ya nos conocemos. Saber que viene detrás me reconforta tanto como el padre que está detrás del columpio de su hija.
Y llega, otra vez calado la subida al Pas de les Vaques. Sueño. Sueño. Sueño. Y un gel de cafeína (el de rescate). Y bajada a Incles. Estoy cansado de ir solo. Y aún queda. Allí esperaré a Jordi. En la larga bajada me pasa el primero de la Mitic.
Sentado en la carpa de Incles como algo. Y veo que llega mi compañero. Hago la propuesta y cuando esta listo salimos. Ahora se que llego seguro. Y poco a poco me lo voy creyendo.
Tiro de él en las subidas (porque me lo pide) y le sigo en las bajadas (porque me resulta cómodo). Subida a Cabana Sorda y bajada a Coms de Jans. Con él siempre hay conversación. Hace mucho que no nos vemos y los dos somos de palique fácil. En verdad nos distraemos para aligerar el camino.
Nos pasa el segundo de la Mitic.
Y de charleta subimos a collada de Meners (más conocido como can Massaguer :-), y cerramos los 13.000+ y una alegría para nada escondida nos lleva a abrazarnos. Ahora a cerrar los 170kms. La larga bajada es lo único que nos queda. Ahora parece no se nos escapa. Es algo menos de las 15:00, el frontal no hará falta...
 
Y dejándonos caer vamos ganando metros a la montaña y gastando minutos del día, un día de más de 30h ya. Y rebrota la alegría pero ya no las fuerzas. Y en Sorteny nos animan pero el cuerpo está como está y las piernas no responden. O igual no sabemos pedírselo.
El cami del Ferro se le atasca a Jordi y vamos a tirones mientras nos pasa el tercero de la Mitic. Angeles de la guarda van apareciendo en los trozos de asfalto o al otro lado del río para gritarnos cosas que nos ponen colorados. Y comenzamos una última conversación al tocar el asfalto de Ordino. Un intento de conversación que se ahoga en una especie de sollozo que, si hubiera fuerzas sería llanto. Pero como un niño pequeño agotado por el llanto, solo es gimoteo. Pero los dos sabemos lo que queremos decir y no hace falta más. Último giro y se acabó.
Somos torpes hasta para abrazarnos. Los dos entre nosotros. Cada uno con los que le esperan en meta. Y el débil pensamiento saca fuerzas de donde solo queda cansancio y vuela con los que no están. Va y vuelve. Y se vuelve a marchar. No están todos en la plaza. Pero yo los he traído a todos. Porque estamos hechos de recuerdos. Sin ellos yo no podría haber escrito esto....

 
 


¡ esta Ronda (dels Cims) la pago yo ! (II)

Aún no son las 15:00h, apenas llevamos una jornada laboral en la montaña. En los avituallamientos podría dar la sensación que estamos discutidos pero forma parte de la liturgia de esta comitiva. Cada uno se encarga de lo suyo pero no deja de estar pendiente del otro. Yo noto su "cuidado" y estoy pendiente de él. Aunque nos sentemos separados. Cada uno tiene su proceso de recuperación. Y cuando las miradas se encuentran es porque es el momento de salir. Echando la cabeza hacia atrás busco la ruta a seguir uniendo los puntos que marcan los que van delante. Sergi lo intuye y me explica como va el tema. Damos las gracias y salimos. Renovados.
La subida es directa, descarnada y sobre piedra. Me gusta. Las ganas aprietan y el paso se acelera. Pasamos gente. Los pasos no son firmes y a veces las piedras fallan. Resbalas. Los bastones se encajan entre los huecos de algún bloque. Miro a mi compañero y veo como disfruta. No se da cuenta pero me sonrío al verle feliz. Yo también lo estoy. Alcanzamos el hombro tras volver a pisar nieve y giramos a izquierda para alcanzar la cima. Queríamos llegar arriba y ahora es como si nos diera pena haberlo hecho. Un punto triste al dejar el techo de la carrera. Con un giro de 360º me despido sabiendo que volveré. Sergi ya baja a buen ritmo hacia el refugio. Son casi las 16:00h.

 
De la bajada apenas recuerdo nada. Seguirle me requería toda la atención y pocas cuentas añadí al collar en este trozo. Solo en el último plano antes del refugio hablamos algo, pero tampoco recuerdo muy bien. Lo que no olvidaré nunca fue lo primero que me dijo al salir de él y comenzar a trotar:
- Esteban, tengo problemas con el píe.
No puede ser. No. Hoy no. Una mano invisible interna apretó fuerte mi estomago y un largo silencio de unos 4-5 segundos se apoderó de la marcha.
- ¿Te duele mucho?
- Me duele. ¿Qué hago? ¿Tomo un ibuprofeno?
No se lo que él esperaba que le dijera. Pero yo siempre he sido el que más le ha abroncado cuando ha hecho el burro, ahora no podía aflojar. Con una voz en la que no me reconocía e intentado medir las palabras le dije:
- Sergi, estamos en el km 50. Si empiezas a tomar mierdas ahora nos quedan aún muchos kilómetros. Si no se te va el dolor, tienes que dejarlo.
Y el "tienes que dejarlo" me sonó a cabronada extrema.
Nos callamos. Largo.
- ¿Por qué será?, me dijo
- ¿Los neveros de la bajada, quizás?.....no sabía que decir. No tenía respuesta. Y como me jodía...
Con la boca pequeña dijo que llegábamos hasta el coll de la Botella y se quedaba. Sin decir nada, los dos esperábamos el milagro de que el dolor desapareciera.
Nada.
Volví a decirle que lo que llevábamos ya no nos lo quitaba nadie. Que se curaba y volveríamos. Que la lesión iría a más si no paraba. Todo me sonaba a vacío. El quería seguir y yo que siguiera. Pero los dos sabíamos que tenía que parar. Qué debía parar.
En el coll de la Botella, antes de las 18:00h después de un largo abrazo dejé un trozo de mi Ronda dels Cims. Un hueco sin piedra en el collar. Se quedó un amigo. Y triste pero pensando en que él querría que lo hiciera así, apreté el paso hacia el Bony de la Pica.
Lo último que oí de él mientras me iba fue:
- No gastes pata en la bajada a la Margineda. Luego te hará falta.
Así es Sergi....jodidamente valiente.

Y hasta La Margineda fui en una especie de soledad impuesta que me hacía sentir incómodo. Una sensación de haber sido castigado sin merecerlo. No sabría muy bien como definirlo. No era aún el km 70 y había que encarar la noche. Desde dentro a afuera fui creciendo. Y crecí del todo cuando abajo de las escaleras del polideportivo, machacado por la bajada, encontré una pequeña avanzadilla Koala animando la llegada. Distracción. Eso necesitaba. Eso tuve.
(disculpad que vaya a golpes pero la energía que necesito me impide escribir todo del tirón. Una entrega más después de cenar y listo)

¡ esta Ronda (dels Cims) la pago yo ! (I)

En una caja con compartimentos de diferentes tamaños guardas las cuentas (casi)ordenadas. Por colores, por texturas, por formas...Un día te sientas delante de ella, la abres, buscas un cordel y, por él, vas haciéndolas pasar de manera combinada. Al acabar anudas o pones un broche y...ya tienes tu collar.
En la Ronda dels Cims (170kms y 13.000+) del pasado fin de semana he enhebrado personas, sentimientos, paisajes, momentos y sensaciones en un bonito collar que ahora llevo puesto. Orgulloso del resultado. Os cuento algo...


 
 
Un puñado de nervios. Otro de amigos. Intercalados al azar y metidos dentro de un coche comienzan un viaje hacia Ordino. Un viaje que se antoja infinito por las ganas que todos tenemos de llegar. Nos atropellamos y mezclamos miedos, emociones y deseos intentado vender lo que no hemos comprado: tranquilidad. Son los primeros momentos. El viaje de vuelta será distinto. Cada uno, volvamos juntos o no, hará el suyo en base a lo vivido. Ahora todos compartimos la casilla de salida. Increíble. Cuando den la salida cada uno hilvanará sus cuentas de una forma.
Dejamos que pase el tiempo y saltamos a la salida. Podríamos hablar y hablar de la tarde, de la noche, de la madrugada...pero hemos venido para estar ahí. De píe. Abrazándonos legañosos con choques torpes por mochilas y bastones. Con un dorsal aguantado de unos imperdibles o de una goma. Con unas caras tensamente relajadas. Unas serias sonrisas. Unos ojos perdidos que buscan miradas donde encontrarse. Unas sensaciones encontradas que no quieren perderse. Y arrancamos cuándo nos dicen...
Sobre las cuentas ya puestas de nervios y amigos añadiremos ahora collados, valles y picos. Algún abalorio de silencios ruidosos y alguna conversación casi muda. Durante muchas horas. De día y de noche. Y otra vez de día. Y, quizás, otra vez de noche.
En mi collar no pude acabar con la simetría total que me hubiera gustado. Pero, dentro de la asimetría, empecé con un gran amigo (Sergi, recupérate pronto) y acabé con otro (Jordi, gracias).
Entre medias, tantos amigos más que el collar me da dos o tres vueltas al cuello. Los que vinieron y los que empujaron desde lejos.
 
 
La salida es tranquila y casi no calma el bicho del estómago. Pronto empezamos a subir y, sin haberlo planeado me emparejo con Sergi. Él conoce bien estas montañas y es un guía de excepción. Tan bueno que con su retirada por lesión me dejaría "ciego y sordo" de cara al recorrido.
Vamos cómodos, pasamos por Sorteny y por la Portella. El ritmo es bueno y le freno de vez en cuando. Lleva estas montañas dentro y contagia las ganas de fusionarse con ellas. No somos conscientes nada más que de compartir momentos espectaculares y entornos increíbles. No hay ni rastro de sufrimiento (ya vendrá!) y estamos perfectamente sincronizados. Manda él. Yo le sigo.
En Arcalis recuperamos fuerzas, nos sentamos a comer y nos preparamos para un par de collados durillos (Cataperdis y Clot del Cavall). Durillos por la carga emocional que para mi compañero incluye. Una cuenta que nunca habría querido poner en mi collar. Nada más que decir.
Tocamos algo de nieve. Nos toca algo la niebla. Y nos engrescamos el uno al otro para darnos un homenaje de montaña en el Comapedrosa. Camino de Pla de l'Estany yo tengo, por primera vez sensación de cansancio. Lo comento con él. Pararemos un ratito en el refugio porque la subida se ha de hacer dignamente. El pico lo merece....nosotros, también.